lunes, 6 de julio de 2009

Tríbadas en el Comercio

http://www.elcomerciodigital.com/gijon/20090705/sociedad/aulas-prejuicios-armario-20090705.html
Sociedad
Aulas sin prejuicios en el armario

Treno, 19 años, es gay, y Olaya, de 18, bisexual. / A. PIÑA

Los referentes sobre homosexualidad en el cine, la literatura e internet colaboran en la normalización
El ámbito laboral y el familiar son los más complejos a la hora de confesar la orientación sexual
Los actos del Orgullo Gay han lanzado este año un mensaje en favor de promover una educación afectivo-sexual en la escuela y eliminar tabúes
Treno y Olaya cuentan cómo lo hicieron ellos
«Me gusta... Soy gay, pero me da vergüenza decirlo». Un estudiante de Secundaria de un pueblo de Asturias escribió esta nota en una hoja de evaluación de una de las charlas que Xente Gai (Xega) ofrece por los institutos de la región. Forman parte de un plan piloto que se desarrolla por cuarto año consecutivo y que llega a un millar de alumnos gracias al trabajo de media docena de voluntarios que se afanan en dar una visión de normalidad a lo que son: gais, lesbianas, transexuales y bisexuales. Ayer se celebró en Madrid la manifestación del Día del Orgullo Gay que puso fin a más de una semana de actividades que se desarrollaron bajo un mensaje claro en favor de una educación afectivosexual que elimine los armarios de las aulas, tanto entre el alumnado como entre el profesorado, que aporte normalidad. Ni más ni menos.
No es la situación que se vive hoy ni parecida a la del ayer. Pero la homofobia sigue presente, aunque cada vez es menos doloroso para las nuevas generaciones decir «hasta aquí llegué». Treno Mancebo, 19 años, es homosexual y está encantado de decirlo en público. Pero no siempre fue así. «Yo siempre quise casarme con el guaperas de la clase», bromea este joven gijonés, que con 13 años confesó ante una amiga y con 14, ante el resto. En el camino, muchos sinsabores, muchos insultos y, sobre todo, mucha estupidez. «Yo no creo que sean homófobos, sino idiotas», dice Treno, con el convencimiento de que aquellos grupos de adolescentes que le acosaban sólo buscaban una víctima débil, que en el fondo les daba igual el porqué. Fuera como fuera, lo pasó mal. Muy mal, sobre todo aquel día que le dijeron «bujarra, suelta la jarra». Se hundió. Se encerró en el baño. Dio puñetazos en las puertas. Sus padres tuvieron que personarse en el instituto. Después de aquello, todo fue a mejor. En su casa saben que es gay y a él lo que más le molesta es la ignorancia de quiénes no saben lo que es un transexual.
Hay ignorancia entre los jóvenes, sí, pero sus referencias son bien distintas a las que tuvieron en su día Tino Brugos, histórico de Xega y también maestro, Isabel Solís, profesora de infantil de un colegio religioso, y Yosune Álvarez, responsable del programa de educación afectivo-sexual de Xega. «Yo creo que se puede decir que ésta es una generación sensata», afirma Brugos. Las razones son múltiples y variadas. La propia educación, la televisión, el cine, internet. Los referentes sobre homosexualidad son una constante en las vidas de las nuevas generaciones, que aceptan por norma general de buen grado las orientaciones sexual de los otros, pero también es cierto que si no son sus amigos o familiares, mejor.
Esa actitud de sí, pero mejor que no tenerlo cerca es general. Quizá por eso no es fácil salir del armario ni de joven ni de mayor en determinados ámbitos: el laboral y el de la familia. Cuesta sangre, sudor y lágrimas dar ese paso. Y máxime cuando se pueden temer represalias laborales. Por eso, apunta Tino Brugos, en el seno de la escuela hay un buen número de maestros que ni por asomo están dispuestos a decir cuál es su orientación sexual.
Tabú vigente
El tabú sigue vigente. Y en el seno de la familia aceptarlo cuesta. La madre de Treno no lo lleva bien y a la de Olaya Rafael, de 18 años, estudiante de peluquería, tampoco le gusta nada eso de que su hija sea bisexual. «Mi madre no se lo cree, y mira que he salido con varias chicas, pero no se lo cree», dice. Quizá esa negación sea un mecanismo de defensa que esta joven cree innecesario. Porque ella ha tenido cero problemas por su orientación sexual en otros ámbitos. Nunca fue acosada en el colegio ni similar, pero confiesa que sí le resultó complicado decir su verdad a su mejor amiga: «Tardé seis años en decírselo, y ni siquiera se lo dije yo, le pedí a un amigo que lo hiciera». Con once años se dio cuenta de le «gustan los chicos y las chicas», y como a Treno le indigna la ignorancia. En una ocasión le preguntaron si era hermafrodita. Ni respondió. No merecía la pena hacer comentarios.
En Xega saben que queda mucho trabajo pendiente en el seno de colegios e institutos para que no haya ningún otro Treno que tenga que aporrear puertas, pero también saben que están en el buen camino. Incluso se felicitan por ser unos auténticos adelantados en España a la hora de llegar a las aulas. Hace cuatro años pusieron en marcha el plan piloto y confían que el próximo año continúe con el apoyo de la Administración asturiana. Sólo en Madrid y Valencia existen proyectos similares, pero que además el carácter pionero de Asturias ha hecho que el material que ellos han elaborado sea reclamado en otras comunidades autónomas.
Están muy satisfechos de lo que hacen. Trabajan en sus charlas en cuatro conceptos: sexo, género, orientación e identidad. Y procuran que a todos los encuentros con estudiantes, con los que han llegado a todas las alas de Asturias, vayan un gay, una lesbiana y un transexual. Quieren hacerlo muy bien y en ningún caso gustan del adoctrinamiento facilón. Hablan lo justo y luego dejan a los chicos que se explayen a gusto. Y eso es quizá lo más enriquecedor de esta experiencia, en la que los chicos preguntan y preguntan. «Se interesan sobre todo por cuestiones personales», detalla Yosune Álvarez, que añade que tienen un interés especial por saber cómo, cuándo y por qué descubrieron su orientación sexual.
Es curioso que en ocasiones se establecen debates y son ellos mismos los que se van contestando los unos a los otros, los que incluso se rebaten si alguien dice una palabra más alta que otra, que no es lo habitual. No hay risitas tontas y sí interés en estos encuentros con jóvenes de entre 12 y 16 años. Lo que no hay son salidas del armario inmediatas tras la charla. Ese proceso lleva su tiempo.
Llegar más lejos
Para Xega es importante continuar y llegar aún más lejos, aunque no es fácil cuando quienes dan las charlas son voluntarios que deben encontrar un hueco en sus vidas para hablar alto y claro. Acuden a los colegios por invitación de éstos, de modo que no ha habido ningún veto, pero sí destacan desde Xega el hecho de que hayan sido llamados a ningún colegio concertado. Sin embargo, sí llegan a los padres, a través de conferencias que ofrecen a las asociaciones de padres, y también al profesorado, a través de cursos de formación.
En el futuro, no lo dudan, llegarán más lejos. Un futuro que nadie dibuja de rosa pero sí más despejado que el pasado. Bien lo sabe Isabel Solís García, que acaba de dar el paso de hacer pública su condición de mujer enamorada de una mujer. «El problema es llegar hasta aquí», dice Tino Brugos. Ella le da la razón y confiesa que le ha costado un precio muy caro en psicólogos, pastillas y en todas esas cosas que no tienen precio: «La autohomofobia es lo peor de todo».

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